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Mientras se acerca la Copa del Mundo, Catar continúa trabajando en los preparativos durante el verano

DOHA, Catar — El sol sale antes de las 5:00 a. m. y, de inmediato, toda la ciudad pareciera entrar en un horno de convección. Para la hora del almuerzo, la temperatura ha concluido su ascenso metódico por la escala, desde inusual pasando por incómoda hasta insoportable y luego, finalmente, a nociva. El viento de la bahía no sirve de alivio; en junio, en Doha, incluso la brisa del verano sopla un aire caliente.

Este iba a ser el verano en el que la Copa del Mundo llegaría a Catar, una idea que parece tan absurda ahora como hace doce años, cuando el diminuto país del golfo, digamos, que adquirió el derecho de organizar el mayor campeonato del fútbol. Los propios evaluadores de la FIFA habían catalogado la realización de una Copa Mundial durante el verano en el golfo como de “alto riesgo” y una sola caminata matutina confirmó ese análisis. Sin embargo, durante años, los organizadores cataríes prometieron entregar lo que habían propuesto, cualquier cosa que la FIFA solicitara: estadios nuevos, hoteles nuevos, tecnologías de aire acondicionado nuevas y una frontera nueva para el fútbol.

Por supuesto, a la larga, los organizadores recobraron el sentido común o al menos ese sentido que permite a los humanos diferenciar el calor de una temperatura infernal y, en 2015, reprogramaron el torneo para el invierno. Sin embargo, la semana pasada fue un buen ejemplo de cómo habría sido celebrar el torneo en las condiciones ambientales propias del verano en Catar.

Arriba, aficionados peruanos encontraron refugio del sol en Souk Waqif. Abajo, un avistamiento inusual en las calles de Msheireb al mediodía: humanos.

A lo largo de ocho días, Catar fue anfitrión de tres partidos intercontinentales de eliminatoria que determinaron a los últimos dos equipos para la Copa del Mundo de este año: Australia y Costa Rica. Como muchos de los acontecimientos destacados organizados en Doha en los últimos años, los encuentros fueron una oportunidad para que Catar sometiera a prueba sus instalaciones, su infraestructura y su tolerancia ante la diversidad de los visitantes.

¿Cómo se vio esa mirada al futuro de esta semana? Tranquilizadora e incompleta al mismo tiempo, dependiendo de la perspectiva que tengas.

A cinco meses del partido inaugural de la Copa del Mundo, Catar parece haber cumplido en tiempo y forma con las cosas importantes. Siete de los ocho estadios construidos o renovados para la Copa del Mundo que cuentan con aire acondicionado han sido sede de partidos; mientras que el más grande (y último) tendrá sus primeros eventos de prueba en los próximos meses. A todos excepto uno se pueden llegar a través de las tres nuevas y deslumbrantes líneas de metro que corren debajo, y a lo largo, de la capital y las obras continúan todos los días en las torres de oficinas, los conjuntos de apartamentos, los caminos y las aceras.

No obstante, a pesar de todo lo que ya está listo, ver a Catar este verano, tan cerca de su gran momento, es ver un lugar que es una obra en proceso y no una visión completada.

Algunos hinchas peruanos que viven en California llevaron su propio trofeo de la Copa del Mundo a Catar. Desafortunadamente, su equipo no clasificó.
La propaganda sobre el torneo está en todas las plazas y los espacios abiertos en Doha. Catar se postuló para celebrar el evento deportivo durante el verano, pero finalmente se realizará en el invierno.

Perú atrajo a la mayor cantidad de hinchas que cualquier otro país que jugó esta semana, un ejército estridente de más de 10.000 espectadores, pero cada mañana era posible caminar cuadras largas de la ciudad sin ver un alma. Muchos residentes y visitantes solo salieron en la tarde para beber café, pasear por los parques y áreas verdes, así como deambular por Souk Waqif, el mercado reconstruido de la capital, para llenar sus mesas y desaparecer en su laberinto de puestos y tiendas. Sin embargo, incluso cuando los residentes, las familias cataríes y los trabajadores sudasiáticos, sacaban sus celulares para tomar fotografías y grabar videos de esos fanáticos disfrutando de este lugar que es probable que nunca pensaron que visitarían, uno no podía evitar sentir que aún nadie sabe qué es lo que ocurrirá en noviembre.

Los organizadores esperan que, en total, más de un millón de fanáticos ingresarán a Catar durante el Mundial (32 secciones de apoyo, como la de Perú, pero también neutrales, todas llenando los mismos espacios, compitiendo por los mismos hoteles y mesas de café, todas ondeando sus banderas y cargando sus propias esperanzas).

El estadio de Lusail, la sede más grande de Catar, está equipado con rejillas de ventilación individuales debajo de cada asiento.
Un nuevo campo de césped que crece bajo la luz artificial en Lusail. Se pusieron diferentes mezclas de césped según la temporada.

Aún persisten las preguntas sobre dónde dormirán, comerán, comprarán y beberán todos esos visitantes. Los cruceros y las tiendas de campaña podrían ayudar con el primer problema, que sigue siendo la pregunta sin respuesta más grande para los hinchas y los organizadores. La decisión de Catar de exigir a los asistentes a la Copa del Mundo que tengan prueba de compra de un boleto para ingresar al país o reservar una habitación de hotel podría ayudar a mantener bajas las cifras. Los sauditas y los emiratíes que aman el fútbol podrían cruzar la frontera en grandes cantidades y aumentar los números. Sin embargo, el torneo es cuatro días más corto que las ediciones previas en Brasil y Rusia por lo que, si se vuelve un caos, al menos será uno más breve.

Todavía quedan algunos meses para ajustar los detalles finales, para encontrar una habitación, así como para rentar los autobuses y los barcos; para que Catar produzca el Mundial impresionante y bien organizado que prometió y para demostrar la capacidad de todo su nuevo y deslumbrante poderío.

¿El calor? Eso está tan abajo en la lista de preocupaciones de Catar que los funcionarios y los ingenieros ahora lo ignoran con tan solo mover la mano. Cualquiera que haya estado en el golfo en el invierno te puede decir que sabe que para ese entonces el mercurio de los termómetros desciende hasta debajo de los 27 grados Celsius y es más fresco por la noche. ¿Podría eso bajar la temperatura, de manera literal y figurada, en las zonas de fanáticos y en todos lados? Tal vez.

El estadio de Lusail está decorado con collages de fotografías de los trabajadores que lo construyeron.
Para muchos, los preparativos rara vez se detienen. El trabajo al aire libre está prohibido durante el calor del día.

En los días de los partidos, no será necesario. Los sistemas de aire acondicionado del estadio funcionaron como se prometió toda la semana; el lunes, durante la victoria en serie de penaltis de Australia sobre Perú, las salidas de ventilación incorporadas en el estadio Ahmad bin Ali de 40.000 asientos refrescaron el encuentro a unos cómodos 22 grados Celsius, a pesar de que la temperatura era superior a los 32 grados Celsius afuera del techo abierto y la estructura metálica del estadio.

En unos cuantos meses, el último y más elaborado sistema construido en el impresionante estadio, de 80.000 asientos, en Lusail, que albergará diez partidos, incluida la final, enfrentará sus últimas pruebas. Esta semana, el ingeniero que lo diseñó prometió que funcionaría. Mientras sonreía, dijo que él mismo había hecho los cálculos.

Visitar Catar durante este verano, tan cerca de su gran momento, da la sensación de ver un trabajo en progreso más que una obra finalizada.

Andrew Das se unió al Times en 2006. Como editor asistente en la sección de Deportes, ayuda a dirigir la cobertura del fútbol, los Juegos Olímpicos y los deportes internacionales. @AndrewDasNYT

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